domingo, 9 de mayo de 2010

Tú y yo, somos estrellas...


Despiertas en un nuevo día, el sol pasa por la ventana y alumbra con fervor tu pupila. Parpadeas un momento y levantas tu mirada al techo, donde tu abanico hace su función, dándote frio en este calor.

Recuerdas tu horario; ya son las 8:30 y no te has arreglado, ríes nerviosamente con tu pereza, preguntándote si deberías culparla a ella o es que tienes miedo de cumplir con tu visita; después te levantas, y comienzas el día.

Caminando por la calle, observas el cielo sobre las casas y los edificios, las hojas de los arboles cayendo y la banqueta sucia por la naturaleza del hombre; piensas en cuantas personas se toman el tiempo de ver lo interesante que es el mundo; al mirar a los peatones, te das cuenta de que todos fijan su mirada en su propio objetivo, solo un trayecto, sin disfrutar el camino.

Sigues caminando, atravesando aquel parque en la quinta calle, aquel lleno de recuerdos y emociones pasadas, que le dan vida a esos árboles viejos. Las abejas confían su polen en las flores y te recuerdan aquel artículo que leíste sobre el polen de otoño, como tenia mas proteínas y hacia vivir más a las abejas…-Ojala eso sucediera con todos- piensas.

Recorres el parque, con un aire de nostalgia, evitando contacto visual con toda pareja que estuviera sentada en las bancas, y así, llegas a la sexta…solo seis calles más.

Llegas a la séptima y tu corazón comienza a golpear, siempre sucede cuando estas por llegar. Tu mente es invadida por pensamientos del pasado, sonrisas que cobran vida en tu cerebro y atormentan con añoranza tu alma. Sujetas con monotonía tu pecho, sobre tu camisa y respiras. Relájate-

Así, continuas.

Octava.

Novena.

Decima.

Llegas a la onceava y te detienes en seco, al observar una calle abandonada, ni un alma, ni un carro, animal, ruido, música o sonido. -En una ciudad con estas dimensiones, proporciones, y gentíos, una calle vacía sería como un camino hacia el cielo- citas de tu memoria, al tiempo de que una pequeña gota salina recorre tu roja mejilla.

Caminas como si fueras dueño de la calle, del mundo que te rodea, de la paz que trae el momento de silencio. Imaginas un mano rozando la tuya y sin pensar entrecierras los dedos, uniéndolos en armonía con tu imaginación. Ni un solo ruido, ni una sola distracción, solo tú y tu deseo de estar cerca de ella una vez más. Sin darte cuenta das un paso sobre la doceava y el ruido del mundo vuelve a tu realidad. Das un vistazo encima del hombro a la calle que acabas de atravesar. -Fue una dimensión distinta, un regalo del mas allá- puedes llegar a pensar.

Giras (siempre a la derecha) y te encuentras con tu destino. Cruzas el campo verde con gris y algunos días colores de flores en el suelo. Al llegar a su hogar, rozas con cariño su pálida cabecera y das un hondo suspiro, sonríes…

-Hola…hoy es un día especial, ¿sabes? Hoy…hace cuatro años que te conocí, y exactamente hoy…hace un año, te perdí. Hoy, 12 de Septiembre, al caminar las doce calles hacia tu nuevo hogar, me detuve en la onceava antes de llegar, ¿Adivina qué? Ni un alma en ese lugar. Esa calle fue nuestra mi amor, por el día de hoy, esa calle revivió. Nos unió en una paz increíble, ¿Lo sentiste? Toque tu mano en mi imaginación. Sé que eras tú, tu, dentro de mi mente, tomando mi mano con ardor, pude sentir tu calor.

¿Recuerdas que tiene de especial esa calle? Suspiras con una sonrisa- en ese lugar te conocí, un día de movimiento normal, un lunes por la mañana, esa calle, en donde tu vivías, se movía con frenesí, pero te vi, en mi camino a la prepa… ¿Recuerdas que tan jóvenes éramos? Después de todo, yo solo tenía quince y tu solo tenias catorce. Yo no sabía nada de la vida hasta que te conocí esa mañana. Estabas sentada en la banqueta, encogiendo los hombros para callar el ruido en tus oídos, intentando leer aquel libro, “El arte de amar, de Fromm” no pude resistirme a dirigirte la palabra, me senté silenciosamente a tu lado y te observe con curiosidad, tú volteaste la mirada del libro, a mis ojos y cambiaste mi vida.

Me dirigiste una sonrisa, y mencionaste algo irritada - En una ciudad con estas dimensiones, proporciones, y gentíos, una calle vacía sería como un camino hacia el cielo- terminado esto, seguiste leyendo. Mi reacción no fue más, que solo quedarme en donde estaba, perder mis clases, y solo guardar silencio a tu lado; procurando no perder ni un solo segundo, la prueba que eras, de que un dios existía.

Recuerdo que ese mismo día te dibuje, y con furor me di cuenta de que tu belleza no podía ser plantada en un trozo de papel. Supuse que se debía a que al momento de dibujar, no te tenía presente, como modelo. Pero a quien mentía, solo tú ocupabas mi memoria, tenía cada rasgo de ti presente en mi cabeza. Creo que quise usar eso como excusa para volver a verte.

Así que al día siguiente me dirigí a tu calle, pero no te encontré, decepcionado, me senté en la banqueta más cercana a tu casa, pensando si habías sido solo una broma pesada de mi cerebro. Pero entre el ruido de la calle, los carros sonando y las pisadas de la gente, escuche tu voz de nuevo, voltee y estabas a mi lado, con esa cara de curiosidad que tanto te caracterizaba, me quede boquiabierto; cómo era posible que hoy fueras más hermosa que ayer, pensé. Y tu voz volvió a sonar en mi cerebro, despertándolo de mi pensamiento. – ¿Acaso me estas siguiendo? – me preguntaste.

-Claro que no…-creí decir, pero al ver tu cara me di cuenta de que mi voz sonaba más débil de lo que pensaba. Y es que mi cerebro solo estaba pensando en ti.

Me miraste con extrañeza – ¿Cómo te llamas? -preguntaste.

Recobre valor – Salvador- alcance a decirte

-Salvador… ¿quieres ir al parque?

-Claro…

-Bueno, mi nombre es Eva… Vamos.

Alzaste tu mano hacia mí, y yo le tome con cuidado, sentí un nuevo mundo en mi interior…fue como tocar a un ángel.

Fuimos al parque durante los próximos meses, después entraste a mi prepa, y nos hicimos novios, fue el momento más feliz de mi vida. Hasta hace poco más de un año, recuerdo que todo iba muy bien, nos veiamos con amor a los ojos y nos tocábamos como si hace años que no nos viéramos.

Pero llego el día, hace 365 de hoy, que las llantas de aquel furioso carro atacaron mi corazón…

Mi cabeza no daba para más… ahí estabas, con esa cara que no expresaba nada más que paz… en un charco de sangre húmeda y pura…

Sentí un silencio, que para mí, era eterno en mi interior.

Sol a sol, fui entendiendo lo que sucedió, y poco a poco mi furia bajo.

Leí aquel libro tuyo, un día de esos, aquel que leías el día que te conocí.

-Y me di cuenta de una frase subrayada… por ti.

Sacas con cuidado un papel arrugado de tu bolsillo, lo desdoblas, enderezas tu garganta y comienzas a leer, murmurando entre sollozos.

- El amor... esa estrella de una sombra infinita aunque muera cien veces... cien veces resucita…”


Suspiras...


Solo quería decirte…que siempre serás mi estrella, que siempre te veré en el cielo, que nunca te dejare de amar…y que algún día...solo tú y yo… formaremos una hermosa constelación.






fin.


Saret.

4 comentarios:

Adal :D dijo...

TTwTT

Karo Tako dijo...

felicidadez x tu primer minicuentoooow :3


baii saret

Anarchic Boy dijo...

espero que eso nunca me suceda a mi
D:

y si llega a pasar creo que pensaria igual que esa historia...

me gusto mucho (:

te amo :D



†.† Drako †.†

Klein dijo...

A mi también me parece un buen cuento.. y la idea de consumar un amor que parece imposible, esa idea es la que tiene a la mayoría de los seres vivos en pie