lunes, 1 de marzo de 2010

Estatuas...



A pasado tiempo desde la última vez

que sujete la pluma con amor y escribí lo que sentía en mi interior.

Y es que eh estado ocupada, intentando respirar bajo estas miradas

Que buscan juzgarme por quien soy


Momentos tan difíciles los que estamos viviendo

Porque bajo la familia se encuentra la sociedad

Y todos te miran sin piedad

Esperando más de lo que puedes dar.


¿Cuál es la edad correcta para vivir en paz?

Para ser feliz y poder respirar…¿algún día podre respirar?...

El presente no me da tantas esperanzas

Como con las que quisiera contar.


Trato de encontrar palabras para dirigirme a estas estatuas

Cuyos ojos vacios funcionan como espejos siniestros

Ya que solo reflejan el odio y el temor

Del infante interior.


De lo que no se dan cuenta es de cuanto cada persona se refleja en esos espejos

Hasta formar parte de esos cuerpos inmóviles,

Que, estáticos solo esperan que alguien más llegue

para poder cambiar lo que tanto les puede molestar.


Cada vez son más las estatuas juzgadoras

De vez en cuando se puede ver una cara conocida

En ese momento sabes que ya te dejo atrás.

Es uno más.


Pero hoy me di cuenta de que puedo vencer…

que hay personas que simplemente no pueden estar del otro lado del espejo

Del lado juzgador de esos ojos, son personas que piensan, que aman

Que saben la verdadera importancia de las cosas.


Son personas que se dan cuenta de que tan inmóviles son los demás.

Personas que se pueden levantar, y dejar a un lado aquellos críticos

Que solo sirven para eso. Criticar...

Dejarlos a un lado y crear paso a paso


un mundo nuevo...






Saret.

1 comentario:

Klein dijo...

Bajo la sombra de un arbol se puede pensar en los días que vendrán...
Bajo la protección de un ser extraño é incomprensible como el arbol se puede mirar con claridad
Sentir su sombra, recostarse junto a él sin comprender su vida
es suficiente...
la fotografía muestra 2 seres vivos que sin tener los mismos sentidos, ni el mismo fin, pueden
encontrarse reflejados en el tiempo

Tal vez las estatuas no son tan ajenas ni malas