El sol estaba sangrando sobre mi cabeza, me estaba llamando pura. Me estaba llamando amor, me llamaba muerte.
Di la vuelta y descubrí una nueva manera de ver la luna, ahora ella me estaba llamando su Dios.
Tarde en darme cuenta de lo que sucedió, tarde en darme cuenta de lo que pensabas de mí y de lo que pudo haber pasado de no haber acabado este evento tan infeliz.
Te dejo confundido en el sillón, esperando a que me grites para regresar, me duele voltear y ver que no te arrepentirás, ¿no lo harás?
Saret.
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